Concepto, intervención atmosférica, piezas de mobiliario e iluminación, equipamiento urbano.

La nueva plaza de la marca se sitúa en Villa Allende, al pie de las sierras chicas, una ciudad vecina que nació como estancia y hoy ya está incorporada a la capital. 

El hilo conductor pasa por lo auténtico, lo genuino, respetar su aspecto más crudo como una declaración de marca; de eso trata Superanfibio.

El Café se centra en una micro arquitectura de 9,5m2 que proyectamos respetando las condicionantes del entorno, revestido con un ritmo sistemático de listones de kiri y carpintería metálica en un tono marrón grisáceo de repartición racionalista; otorgándole un carácter intelectual pero que empieza a aflojarse poco a poco por el entorno natural.

El espacio interior y el espacio exterior, se abordan de dos maneras diferentes pero siempre vinculadas con los materiales y texturas.

En cuanto a la expansión, ese espacio abstracto que nos contiene, fue necesario ser conscientes en el diseño del equipamiento, para reforzar un discurso de apropiación urbana. Las pequeñas mesas y bancos advierten que se trata de una experiencia de paso. Incluso el único asiento “convencional” habla un lenguaje público, reforzando este concepto.

Se compone de una serie de piezas talladas en granito local en un taller al pie de la montaña, que descansan sobre tambores torneados en barro, elaborados por alfareros de otro sector de Córdoba. La conciencia en la nobleza del material autóctono y el uso de proveedores locales escapa al diseño y toma un carácter más discursivo y declaratorio como parte de la búsqueda proyectual del estudio.

Uno de los elementos más fuertes como declaración de filosofía de servicio y vínculo con la comunidad, es el agua de cortesía.

Trasladamos el concepto de una bomba de aljibe en un gran grifo y un enorme cántaro torneado en barro con fondo de piedra donde el agua cae y corre por los costados potenciando al máximo el aspecto natural.